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El regalo perfecto
¿ Y tu que le pedirás a los Reyes Magos ?
Por: Claudia Ojeda
La carta a Santa Claus y los Reyes Mago es una de las tradiciones Navideñas que se repite en muchos hogares. Niños impacientes, al pie del árbol de Navidad, en busca de los regalos para descubrir qué hay dentro y luego pasar, exaltado, al próximo regalo. Esta tendencia consumista que parece haberse instaurado en las últimas décadas no es beneficiosa para los niños. De hecho, hacerles demasiados regalos a los pequeños puede llegar a ser desfavorable.
En los últimos tiempos se ha apreciado una tendencia muy peligrosa para el desarrollo emocional de los niños, a la que se ha bautizado como “Síndrome del Niño Hiperregalado”. Este problema hace alusión al intento de los padres a compensar con juguetes el poco tiempo que pasan con sus hijos. Como resultado, el niño pierde la ilusión, se vuelve caprichoso, egoísta y consumista. De hecho, la tendencia a enfocarse en la cantidad de regalos, revela un desconocimiento de los padres de las necesidades de sus hijos. Los juguetes y regalos son importantes en la vida del niño pero estos tienen una función precisa y, bajo ningún concepto, pueden ser un sustituto de la atención y el cariño que le deben propiciar los padres.
Un exceso de juguetes provoca en los niños: 1. Sobreestimulación. Cuando los niños reciben muchos regalos, no disfrutan de ninguno en especial. El exceso de estímulos simplemente les sobrepasa, por lo que muchos de esos regalos terminarán tirados en un rincón. Cuando el niño recibe más juguetes de los que son capaces de jugar, no puede concentrarse en cada uno, y no obtiene el máximo provecho. 2. Pérdida de la ilusión. El exceso de regalos puede hacer que el niño desarrolle una apatía total. Cuando el niño está acostumbrado a recibir muchos presentes, considera que es una obligación de los padres, y pierde la ilusión que normalmente implica recibir un regalo y descubrir su contenido. Por tanto, en vez de favorecer su infancia, le estamos robando una de las emociones más bonitas. 3. Baja tolerancia a la frustración. Los padres que le dan a sus hijos todo lo que desean, sin explicarles el sacrificio que se esconde detrás de cada regalo, contribuyen a generar una actitud egocéntrica, de forma que los niños no aprenden a lidiar con la adversidad y la frustración, una capacidad esencial para la vida. 4. Limita la fantasía. El exceso de juguetes termina provocando aburrimiento y mata la fantasía y creatividad. Aunque los niños necesitan juguetes para desarrollar tanto sus habilidades motoras como cognitivas, no podemos olvidar que también se puede jugar sin juguetes, y es precisamente en esos momentos, cuando no hay un libreto preestablecido y cuando más se desarrolla la creatividad. 5. Antivalores. Recibir demasiados juguetes o regalos, les resta valor, no comprenden en su verdadera magnitud el esfuerzo que han tenido que hacer los padres. Como resultado, pueden desarrollar actitudes consumistas y profundamente egoístas.
La Navidad es una época de ilusión y alegría, por lo que es el momento perfecto para enseñarles a los niños a valorar otras cosas. Háblale de otros niños que no tienen tanto como ellos y anímale a donar algunos de los juguetes que ya no usa y que estén en buen estado. Se trata de cambiar el consumismo por el tiempo compartido en familia. Se trata de seguir regalando a los niños, pero regalarles tiempo, algo que no cuesta nada, pero que supone más esfuerzo.
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