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Góndolas reviven el escenario veneciano pese a la ausencia de turismo
Después de haber vivido el infierno de la pandemia por Covid-19, los italianos reingresan a sus labores en la medida de lo posible
Por: Christian Velázquez / Foto: La Fuente Querétaro
QUERÉTARO, QRO.- En espera de la apertura de las fronteras para los europeos, y con ello, la reanudación del turismo en la ciudad, las famosas góndolas venecianas, ícono de este lugar, reaparecen surcando el Gran Canal para transportar sobre todo a los habitantes locales en ausencia del tradicional turismo que ahora brilla por su ausencia a consecuencia del coronavirus.
Siguiendo todos los protocolos sanitarios, los gondoleros equipados con mascarillas y guantes quirúrgicos, ataviados con sus clásicas camisetas de rayas, reman de pie la elegante góndola de madera negra con puntas en proa y popa, el que fuera el medio de transporte desde hace siglos.
«Respetamos el protocolo sanitario dejando un metro de distancia entre pasajeros. La góndola tiene capacidad para 14 personas pero ahora podremos llevar sólo seis», explica Stefano Scarpa, quien cobra dos euros para atravesar el Gran Canal desde San Tomá.
Continuando con la información, Stefano Scarpa explica que «así el trayecto es más corto y se ahorra tiempo», mientras espera la lenta entrada de unos pocos venecianos, con mascarilla y guantes, la mayoría residentes que suelen usar ese medio de transporte todo el año.
Debido a la ausencia desde marzo de turistas, principal fuente de ingresos a la ciudad, y la disminución en el tráfico de barcos, taxis, «vaporetti» al igual que embarcaciones privadas, las aguas resultan cristalinas, de un recobrado color turquesa que reflejan lo hermoso de su arquitectura.
Paradójicamente, por primera vez en décadas, los venecianos disfrutan de su ciudad y de sus joyas arquitectónicas, con el puente de Rialto y las callejuelas de los alrededores, entre los sectores más concurridos, sin la horda de turistas que casi todo el año lo caracteriza.
Sin muchos clientes, los gondoleros esperan que con la apertura de las fronteras para los europeos, programada para el 3 de junio, se reanude el turismo, un sector duramente golpeado por la pandemia.
Después de dos meses de confinamiento para frenar la propagación, Italia entró el lunes en una nueva fase, con tiendas, cafés y restaurantes abiertos.
«Necesitamos ayuda o morimos», reza un cartel en la puerta de una de las tiendas. Una afirmación que resume el sentimiento de muchos comerciantes, asfixiados por los altos alquileres y un turismo ausente.
La ciudad además, había sufrido con anterioridad un duro golpe cuando las mareas alcanzaron el año pasado niveles históricos causando graves inundaciones, y si bien se habían recuperado, el virus llegó para dar el tiro de gracia.
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