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Frida, por siempre mexicana
septiembre 21, 2018
Por Gabriela Acosta / Foto: Metropolitan Museum of Art
Hablar de Frida Kahlo es hablar de contrastes. Más allá de la artista, Frida es la representación de dos polos de la mujer mexicana: aquella que es aguerrida, fuerte, capaz de luchar ante las adversidades, pero también la mujer resignada -por convicción o por sumisión- ante las infidelidades y maltratos del esposo.
Su andrógina forma de ser y de vestir en contraste con la sensibilidad de sus obras, en las que plasma su ferviente deseo por ser madre, han llamado la atención no sólo de los nacionales, sino de extranjeros de todo el mundo que aprecian su arte y su actitud de liberación.
Poliomielitis y un accidente vehicular en su adolescencia marcaron de por vida a la artista, teniendo durante toda su niñez y hasta su muerte, complicaciones de salud. Sin embargo, su tesón por el arte, especialmente por la pintura y la literatura, así como por involucrarse en ideologías políticas y movimientos sociales, colocaron a Kahlo en el ícono que actualmente es.
Fue ella quien puso en sus cuadros y escritos la mirada de la mujer en temas de dolor, de maternidad, de infertilidad, de angustia y de sufrimiento. Aquella que se autoretrató en esencia, sin prejuicios. Por eso, sus obras han pisado museos en diversos países, sin escaparse de la polémica por su inclinación comunista. Un solo cuadro ha alcanzado el valor superior a los ocho millones de dólares.
Su figura, corregida y aumentada en cuanto a facciones, colores y look, ha llegado hasta los rincones más lejanos de México. En algunos abanderando movimientos feministas, en otros resaltando la belleza mexicana y su folclor, inclusive en otros como ícono pop hasta en juguetes donde jamás se imaginó llegaría su imagen, como la Barbie de Mattel. La reconocida artista mexicana también ha inspirado a la gastronomía al recrearse en Coyoacán el menú de su boda con Diego Rivera; al cine, con obras que relatan su vida; a la danza, con espectáculos como Fenómena Frida… y así la lista es interminable.
Y es que, para seguir con los contrastes de este personaje, su marca se ha extendido por todo el mundo porque, a pesar de ser mexicana, los derechos le pertenecen a una empresa venezolana que ha comercializado su imagen por doquier. La decisión de dos familiares de la artista que vendieron el nombre y su uso con pocas restricciones ha desembocado incluso en demandas para ellos mismos. ¿Contrastante, verdad?
De cualquier forma, Frida es mexicana y de los mexicanos. Sigue inspirando a todo aquel que ve sus obras, que visita la Casa Azul, que conozca más de ella y lea algunas de sus más famosas frases, como: “Pies para que los quiero, si tengo alas para volar”. ¡Inolvidable!
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